Ayer vi un corto reportaje de rtve que me puso verdaderamente de mal humor. Trataba sobre los 250.000 embriones que, a día de hoy, permanecen congelados en los centros de reproducción asistida españoles, atrapados en lo que califican como un "limbo legislativo". Sus padres biológicos no saben qué hacer con ellos y al final se desentienden, dejando su destino en manos de las clínicas.
Esto ya de por sí es para echarse a llorar, pero lo que más me soliviantó fue la actitud de los profesionales entrevistados hacia los embriones, a los que se refieren como si se tratase de meros tejidos, y no de seres humanos.
A propósito de la posibilidad de dar en adopción a los embriones "sobrantes":
"Cuatro células es un óvulo fecundado multiplicándose durante catorce días. Esto es un pre-embrión, no un niño"- señalaba Xavier Nadal, ginecólogo y miembro de la Sociedad Española de Fertilidad.
Ana Sánchez Urrutia, del Observatorio de Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona, decía: "Lo que se adoptan son personas, y eso es lo que establece la legislación española".
En efecto, aquellos profesionales que se niegan a reconocer a los embriones como seres humanos de pleno derecho consideran inadecuado utilizar la palabra adopción, y prefieren referirse al proceso como "donación" de embriones.
El reportaje también hacía referencia al elevado coste económico de mantener a los embriones abandonados, y acababa con la petición de un debate estatal que obligase a los padres a decidir el destino de sus embriones y a destruirlos si se desentienden de ellos.
El vídeo duró poco más de un minuto, pero logró entristecerme de veras. Más que nada porque en ningún momento se mencionó el dilema ético que supone la destrucción de embriones, ni uno solo de los médicos entrevistados alzó la voz para decir que aquellas "células" eran seres humanos, capaces de crecer, desarrollarse y dar rienda suelta a su potencial como cualquiera de nosotros.
No sé si conoces cómo funciona esto de la reproducción asistida.
ResponderEliminarNo es solo ese limbo helado sino el reato de cadáveres que deja cada intento. Por cada niño que nace, los más optimistas consideran que se quedan en la cuneta más de 30. Son embriones que no pueden seguir adelante, que no pasan el control de calidad, que no pqsan tampoco el diagnóstico preimplantacional... que van al cubo.
si loque se busca es un niño que no tenga determinada enfermedad se descarta un centenar.
Tampoco se dice en estas fábricas que hay una obligación de abortar aquellos niños que en el proceso de gestación no cumplan determinados estándares o que si han anidado varios no se quiera que nazcan, para lo que se recurre a la reducción embrionaria, es decir, al aborto. Y eso es así porque también amorosos padres ponen demandas a los frankesteins de turno si tienen un niño con defectos.
En España cada año, mueren por estas técnicas, cerca de un millón de niños.
Y ese limbo que tanto nos encoge no debería existir: a quien tiene un hijo abandonado los servicios sociales le quitan los demás; pues eso es un abandono de hijos que han surgido del capricho de loa padres en connivencia con los negocios de las fábricas de niños.
Curiosamente y contra lo que se podría esperar, la Iglesia no apoya esta adopción. ¿Será porque se hacen los FIV y los abortos en los mismos centros? ¿Será porque se alienta una práctica no acorde con la dignidad de un ser humano que no es la de ser producido?
Un saludo
Sí, ya lo sabía, es un negocio cruel, pero claro, sus víctimas son tan pequeñas, pasan tan desapercibidas que si se lo señalas a la gente te miran como si estuvieses zumbada. No lo creen o se niegan a creerlo, pero ahí está.
EliminarPor esas víctimas debemos luchas con todas nuestras fuerzas. Sin medias tintas. Hay más muertes en FIV que en aborto quirúrgico y lo grave es que está bien visto
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