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Distintos e iguales: la naturaleza racional como base para la igualdad de derechos

Pese a que existen diversas razones por las que una persona puede estar a favor del derecho al aborto, una de las más frecuentes es que no considere a los embriones y fetos humanos (al menos, hasta cierto momento del proceso de gestación) como la clase de seres humanos que merecen tener derechos. Sin embargo, si les preguntamos, la mayoría de los pro-elección sí reconocerán que todos los seres humanos nacidos tienen, en principio, el mismo derecho a vivir, entre otros. Ante esto, cabe preguntarse: ¿a qué se debe este consenso respecto a la igualdad de derechos fundamentales para los humanos que ya han abandonado el útero materno? Al fin y al cabo, todos somos distintos en casi todos los aspectos: algunos humanos son más inteligentes que otros; los hay más fuertes y más débiles;  no todos tienen el mismo aspecto, ni las mismas habilidades, ni siquiera el mismo nivel de autoconciencia.


Según Josh Brahm, del Equal Rights Institute, para justificar que se nos tratase como a iguales sería necesario que todos los humanos tuviésemos algo en común, una propiedad que estuviese presente en la misma medida en cada uno de nosotros, que no permitiese establecer la existencia de humanos de primera y de segunda categoría. ¿Existe semejante propiedad? Sí, y es la que da origen a lo que el propio Brahm denomina el "Argumento de la Naturaleza Racional para el Trato Igualitario".

Este argumento afirma que lo que todos los seres humanos tenemos en común, lo que sienta las bases de nuestra igualdad pese a nuestras diferencias, es que tenemos una naturaleza racional, es decir, somos la clase de seres que tienen la capacidad intrínseca de desarrollar una actividad racional.

Tal como él mismo lo define, una "persona" sería «una sustancia racional, un ser que mantiene su identidad a través del cambio y posee una naturaleza que se orienta a sí misma hacia una actividad racional», entendiendo por "racional" «que tiene auto-identidad, comprende las razones para los actos, elige actuar, infiere razones válidas para los actos y toma decisiones morales consecuentes».

Es fundamental tener en cuenta que lo que este argumento defiende es que no son las habilidades presentes del organismo en cuestión, sino la clase de ser que es (que le llevará, en condiciones ideales, a desarrollar ciertas habilidades), lo que lo hace merecedor de respeto. Citando a Christopher Kaczor, autor de The Ethics of Abortion, el valor intrínseco «no es otra cosa que la capacidad, habilidad o disposición (aunque quizá no realizable) disfrutada solo por seres vivos, completos, cuyo auto-desarrollo activo apunta hacia, y cuya prosperidad consiste en, libertad y racionalidad».

Teniendo todo esto en cuenta, Brahm concluye que los embriones y fetos humanos, por el hecho de ser miembros de la especie humana, poseen esta naturaleza y, por tanto, merecen ser tratados como cualquier otro ser humano.

Imagen original de Secular Pro-Life.





Preguntas: ¿Qué pensáis de la teoría de Brahm? ¿Se os ocurre algún otro rasgo que pueda justificar la igualdad de derechos o pensáis que deberíamos abandonar la idea de que todos los seres humanos tenemos el mismo valor fundamental?

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